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«El abrazo del tiempo» de Victor Arrizabalaga

A los seres humanos nos es imposible abrazar el tiempo. El tiempo pasado ya no nos pertenece y el tiempo futuro es una quimera. Sólo nos queda el aquí y ahora, el instante y el momento. Existen algunas formas metafóricas o poéticas de experimentar el abrazo con el tiempo, vivir dos realidades en el mismo trance y conservar en la memoria la experiencia vivida. Una de esas posibilidades, en mi opinión se logra a través de la lectura, que nos permite vivir experiencias que otros han vivido y trasladarnos en el espacio y en el tiempo. Otra manera de retener el tiempo, en mi opinión más sutil, es a través de los objetos y cosas que han sobrevivido hasta nuestros días. Es decir disfrutando de las cosas que nos producen placer por su belleza, por el aura que desprenden, o porque nos recuerdan a alguien o algo importante en nuestras vidas.

El Molino de Villacelama, es un conjunto formado por un antiguo molino del siglo XV, una vivienda familirar y un hospedaje. Es una lugar donde conviven en armonía el pasado y el presente y que de alguna forma representa un abrazo en el tiempo. Un lugar que mira al futuro, pero que dialoga con su pasado. Ese ha sido el motivo que me ha inspirado y tratado de plasmar en mi obra El abrazo del tiempo.

La obra es un estructura constructiva con cuatro marcos o ventanas entrelazadas formando un abrazo. Las ventanas sirven para mirar el pasado y proyectar el futuro. Un espacio que comunica el ayer, representado por el molino con las nuevas construcciones, y ese es un espacio cargado de connotaciones emocionales para producirse el abrazo. Es decir, la experiencia vital e íntima de reconocerse a través del paso del tiempo.

La escultura al rodearla permite disfrutar de diferentes miradas, pero si hacemos un pqueño movimiento de la misma inmediatamente descubriremos una obra totalmente diferente. De alguna manera en una misma pieza confluyen esculturas diferentes.

La altura aproximada de la pieza será de 1,65-1,80 metros y el ancho será en torno a 1,60 metros.

Para la construcción de las ventanas o marcos utilizaré un tubo de acero de aproximadamente 10×10 cm.

Para finalizar acompaño esta breve explicación de mi trabajo con una posía de Gabriel Aresti titulado La casa del padre que hace referencia a los valores del pasado y al deber de mantener viva nuestra memoria:

 

LA CASA DE MI PADRE

Defenderé

la casa de mi padre.

Contra los lobos,

contra la sequía,

contra la usura,

contra la justicia,

defenderé

la casa

de mi padre.

Perderé

los ganados,

los huertos,

los pinares;

perderé

los intereses,

las rentas,

los dividendos,

pero defenderé la casa de mi padre.

Me quitarán las armas

y con las manos defenderé

la casa de mi padre;

me cortarán las

manos

y con los abrazos

defenderé

la casa de mi padre;

me dejarán

sin abrazos,

sin hombros,

y con el alma

defenderé

la casa de mi padre.

Me moriré,

se perderá mi alma,

se perderá mi prole,

pero la casa de mi

padre

seguirá

en pie.

Gabriel Aresti (1933-1975)

 

Victor Arrizabalaga – https://www.victorarrizabalaga.com/

Durango, 4 de abril de 2019